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10 pasos para llegar a ti


Despierto con dolor de cabeza y mi perro no para de ladrar. Son las 6:30 am y debo llegar a una entrevista de trabajo a las 7:00 am, otra vez me he quedado dormida. Uno. Me doy un baño "de pajarito" como diría mi mamá y voy a la cocina, agarro mi tazón de flores favorito y vuelco en él la primera caja de cereal que encuentro en la despensa. Abro la nevera, no hay leche. NO HAY LECHE. No me queda de otra que agarrar la manzana que dejé ayer a la mitad. Dos. El ascensor esta dañado, como de costumbre, así que bajo por las escaleras lo más rápido que mis pies pueden andar. Entro al carro, enciendo la radio y la primera noticia que escucho me advierte que el tiempo no es de los mejores, y que la nieve arropo las calles esta mañana. Tres. El trafico cada vez empeora. 7:20am. Por fin llego al sitio, un edificio un tanto viejo y con las puertas oxidadas. Le aviso a la secretaria que vine por la entrevista y que por favor me perdone la demora. Al parecer no tiene muchas ganas de hablar, me ve de reojo y me indica con los labios donde debo esperar. Al sentarme, veo a 7 mujeres mucho mas lindas que yo, supongo que también están aquí por el empleo. Cuatro. Por fin llego mi turno. Un señor cuarentón me pide mi currículo, le entrego mi carpeta con apenas unas cuantas hojas. Un "No tengo mucha experiencia pero me adapto fácil" sale de mi boca para romper el hielo. El viejo me ve, se ríe y llama a la siguiente de la fila. No sé qué quiso decir. Cinco. Mientras bajo para irme, sostengo casi sin fuerzas mi carpeta. Apenas logro asomarme por la ventana, noto que mi carro no esta. Escalofríos. Nauseas. Miedo.

Corro hacia un policía y lo único que soy capaz de escuchar es "Estaba mal estacionada señorita". Seis. Entendí que no se trataba de un robo, sino una imprudencia. Calma. Tranquilidad. Alivio. Decido caminar, capaz para despejar un poco la mente y pensar qué haré para conseguir trabajo.


En eso suena mi celular, es Rafa. Mi novio. Me cuenta que no llegara esta noche a cenar por asuntos importantes. Tercer aniversario que no compartimos, al parecer todos los días se han convertido en asuntos importantes. Siete. Hace mucho frio y solo puedo pensar en una rica taza de café. Voy a mi local favorito y pido un capuccino con bastante canela y un pedazo de torta. Abro mi cartera y para mi sorpresa, he dejado mi billetera en casa. Solo me alcanza para el café. Ocho. Me siento mientras veo pasar a los demás. Todos parecen estar bien, todos tienen leche en su nevera, todos tienen empleo, todos tienen carro y hasta todos parecen celebrar sus aniversarios. La envidia empieza a consumirme. Nueve. Termino el café y ya se hace la hora de irme a casa. Me pongo mi abrigo y comienzo a caminar. Cruzo la calle sin prestar atención y al voltear veo un camión enorme deslizándose hacia mi por el piso cubierto de hielo. Segunda imprudencia del día.

Todo negro, todo oscuro, todo en silencio. Diez. Por fin te encontré. ¿Dónde estabas hoy, Dios? ¿Ocupado?


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