Martes
Desde hace ya varios martes que el viernes no para de darme vueltas en la cabeza, como si fuese un tigre acechando a un pobre venadito. Lo espero tanto que no cobra importancia qué día es mientras no sea el quinto. El bendito viernes.
La mente, ese pequeñito apartamento con recovecos, se sentiría grande si no lo compartieran entre siete, dejando espacio para el protagonista según la escena correspondiente. Lunes siendo lunes, martes siendo martes y así. Cada uno con sus diferencias, con su manera de ser, con su encanto.
Pero no, él anda como si estuviese solo. Porque así son los viernes, no dejan sitio para los demás, ensucian lo que tocan, escuchan música a todo dar y todos lo usamos de excusa o argumento (allá tú con cual sientes menos culpa) para hacer lo que no harías un día de rutina.
Se sienten invencibles, o así nos hicieron creer que debe ser y nadie se atreve a decirles nada. Sería un golpe duro al ego y quién eres tú para cambiar una costumbre colectiva.
Pero ¿Por qué tanto afán por el día? ¿Es que acaso ese cheesecake engordará menos un viernes o el luto sanará un poquito más rápido? ¿Las sorpresas avisan? “Mira no, hoy no puedo impresionarte, mejor mañana”.
Si es tu cumpleaños, las velitas se soplan sin negociación alguna. Porque la vida pasa, pasa a toda velocidad como pájaro que no quiere ser enjaulado. Y si no celebras hoy, habrá sido un día más que dejaste de sonreír.
Desayuna en la cama y llena de migajas todas las sábanas, asómate por la ventana para inventarle forma a las nubes, haz el amor con la luz prendida, cocina un pasticho sin que se queme. O mejor aún, que se queme por estar horas al teléfono con tu hermana que tanto extrañas. Martes o no, haz que suceda.
Entre que no quieres desaprovechar ni una milésima de segundo y que, si no le concedes valor especial a cosas insignificantes mueres de a poquito por dentro, se te va el tiempo. Y la vida.
Disfruta del cambio o enamórate de la rutina, ambas aplican. Después de todo, siempre buscamos creer en algo, a ver qué enciende esa chispa de adentro. Si las casualidades, el destino, lo místico o la realidad.
En unos años, no recordarás el día en que lo hiciste sino qué hiciste. Y para eso, necesitas darte cuenta de que mucho (o casi todo) de lo que decidas hacer hoy, depende de ti.
Quien me conoce sabe que soy amante de los refranes y metáforas. A mí que me expliquen las amenazas con un “perro que ladra no muerde”, probablemente por la enseñanza disfrazada de elocuencia o el sacudón que generan ciertas frases que riman.
En fin, cuando la luz se apague no escogerá el día. Qué más da si pides delivery hoy o mañana, lo realmente importante es que te guste lo que llegue ¿Pillaste el truco?
Empecemos a tener más martes con sabor a viernes o bajemos al viernes de su altar. Así posiblemente, todo pierda un poco el sentido y nos descompliquemos la vida.
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