Cuando se elige
Toda la vida pidiéndole tiempo al tiempo y ahora que por fin lo tienes, no hallas qué hacer con él. Claro, quererlo para ti solito fue un poco ambicioso después de tantos años compartiéndolo con los demás. Mucha torta para un solo invitado, dirían.
Y como si se tratase de un truco de magia, despiertas sin poder ver a alguien directamente a los ojos. Sólo te permites sentir a través de una pantalla. No conectas, no es lo mismo. ¿Magia? ¿O debí haber dicho pesadilla?
A los días le sumaron horas, a las distancia kilómetros y a las personas, ganas. Ganas de absolutamente todo, incluso de lo que no hubiesen deseado en otras circunstancias.
Ganas de salir a correr, reír de un mal chiste, aguantar la respiración bajo el agua, manejar sin saber a dónde, besar hasta saborearle los miedos al otro. Ganas de no quedarse con las ganas. De quitarle el candado a la jaula.
A pesar de todo, sientes la necesidad de hacerle saber al mundo que estás bien. Que no necesitas a nadie, incluso lo decretas. Te lo crees, de a ratitos, pero te lo crees. Y mas importante aún, los demás también.
Pero estas allí, como un tigre cazándole los defectos al otro. Todo con tal de demostrarte a ti mismo que no hay nada que buscar allá afuera. Sin embargo, no dejas de cuestionarte por qué su vida parece ser tan feliz y la tuya simplemente consiste en vaso que se desborda de ansiedad.
Qué afortunados aquellos que se tienen a un beso de distancia. Quienes pueden romper el encierro con una llamada o abrirle un agujero al aire con un “¡hijo, a comer!”.
Buscas respuestas en el café. Has escuchado de personas que saben leerlo pero no es tu idioma. Te ríes por ser tan ingenuo y te sientes bien. Realmente te sientes bien y por primera vez no necesitas gritárselo al mundo.
El hilo rojo que te ata al celular poco a poco se desgasta. Ya no cierras la ventana, quieres sentir la brisa en tu cara. Casi sin darte cuenta comienzas a sonreír y algo extraño nace dentro de ti. Los demonios debajo de tu cama por fin se callan y empiezas a disfrutar del silencio.
Porque esta comprobado: La soledad es bonita sólo cuando se elige.