top of page

Te extraño



Empecemos por lo primero. Y lo primero que debo hacer es aclarar una cosa: cuando digo te extraño, no me estoy refiriendo a esos caprichitos de niña pequeña que hay que complacer de inmediato o se echará a llorar todo el día. Es un sentimiento transparente –que digo transparente– transparentísimo que se me sale por los ojos y hasta pisa un poco lo humillante. Indisimulable. Tanto así que me preguntan por mí y se me escapa tu nombre. Quién diría que mi subconsciente podría traicionarme de tal manera.


Que si me leyeras despacito entenderías que no se trata de un montón de palabras que he ordenado para ti, sino de alacranes dentro de mí intentando salir por donde logren abrir camino. Que no puedo más. Mi madre dice que nadie nunca ha muerto por faltarle alguien, le refuto con seguridad diciéndole que si es posible.


Siempre he querido ser de esas personas que tienen un dicho para cada ocasión y ahora sólo se me viene a la mente el famoso y falso refrán: “El que mucho se ausenta pronto deja de hacer falta”. Malditas mentiras urbanas, mientras más pasa el tiempo más te quiero a ti y sólo a ti.


Podría buscar refugio en algún bar nocturno para llenarme de piropos de extraños y tintos de verano, sabiendo que la diversión sólo me durará unas horas y arrastraré conmigo una resaca nivel: te juro que no bebo más aunque mañana diga lo contrario.


Me da por recordar cuánta calma eras capaz de transmitirme con sólo compartir habitación y la ansiedad empieza a susurrarme. El cuarto se siente kilométrico y pareciera prácticamente imposible de llenar apenas unos metros cuadrados, los vecinos no están o quieren hacerme sentir que estoy más sola que nunca.


Quiero escucharte para ponerle piso a mi desequilibrio. Para sentirte cerquita. Sencillamente porque sí, porque siempre es buena idea soltar lo que llevas en los hombros y hacerle sentir bonito al otro.


En esta vida tan que sólo se vive una vez se me antoja prometerme a mí misma que este sentimiento acaba hoy. Y es entonces cuando me proclamo invencible y te marco. Creía haber olvidado tu número, pero qué va, me lo sé de memoria. Repica, repica y atiendes:


-¡Aló!

-Te extraño.

-Te amo.


“Te amo”. Así no más. A quemarropa.


Ya no hay alacranes, así que cuelgo.


Recent Posts
Archive

© 2016 by Patricia Tenreiro. Lee y sé feliz. 

bottom of page