top of page

En paz contigo


Cuando nos ocurren cosas para las cuales no estábamos preparados, como esas veces en las que el amor de tu vida conoció al amor de su vida, llovió en tu picnic del domingo o te llaman para decirte que tu viaje a la playa se ha cancelado, nos encanta señalar culpables. Porque claro, tú nunca haces las cosas mal ¿Cierto? Ni yo, pero ellos sí. Y sentimos la necesidad de hacérselos saber.


Y justo en ese momento es cuando empieza la batalla. Todo te estorba. Comienzas a cuestionar hasta el por qué la pasta no se sirve de desayuno. Sólo piensas y piensas. Eso que sientes en el estómago no son mariposas sino soldaditos peleando entre sí para ver quién gana: si la indiferencia o la venganza. Te come vivo la idea de que quién te falló se le den tan bien las cosas, después de todo, es una persona mala ¿No? Te hizo sentir mal y por eso no merece nada. Ni un beso de buenas noches.


Te dices, muy entre dientes, que no pasa nada, pero lo único que quieres es volver a sentirte como antes, cuando no había venido nadie a reventarte tu globo de paz con una simple agujita. A robarte los pensamientos. A quitarle el buen sabor al recuerdo. Pero calma, esta no será la última vez que te hagan daño. Sabes muy bien que no eres capaz de controlar lo que los demás hagan aunque te mueras de ganas.


Entonces llega el momento de darte un largo baño hasta que se empañe el espejo, ponerte tu pijama favorita, abrir una copa de vino y, como las buenas noticias nunca aburren, te digo: Nunca es tarde para soltar. El único truquito para hacerlo es iniciar un romance para toda la vida con la tranquilidad. Siéntete bien sin importar qué hagan los demás. Aléjate de quien debas. No intentes controlar a nadie. Olvida a quien te hiere y sobre todo te pido que, de todo lo que puedas tener, no elijas tener miedo a dejar ir.


Mi intención no era aburrirte con un regaño de abuela recordándote lo corta que es la vida y lo importante que es ser feliz, o bueno sí, pero sólo la parte de ser feliz y esas cosas. Así que permítete dejar de pelear contigo mismo y entiende que, sin la necesidad de leerlo dos veces: el odio es un regalo que no se entrega, que es como ese regalo de cumpleaños que le compraste a tu ex justo antes de que te mandara al carajo. Se queda allí contigo. A tu lado, y digo a tu lado por no decir dentro. Así que te pregunto ¿Qué vale más, sentir paz o ajustar cuentas?


Dicen por ahí que el secreto para ser feliz es tener mala memoria y creo que, en parte, la gente tiene razón.


Recent Posts
Archive

© 2016 by Patricia Tenreiro. Lee y sé feliz. 

bottom of page